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¿Cómo elegimos el color de la fachada de nuestra casa? ¿Qué debemos considerar al momento de decidir con que color recibir a nuestros invitados? ¿Cuál será la mejor combinación o tono con el que estaremos contentos o nos sentiremos más cómodos cada vez que la miramos?
Como alguna vez dijimos, la primera impresión es la que cuenta y hay sólo una chance de lograr una buena primera impresión. El color de la fachada, entonces, es crítico a la hora de producir una emoción agradable a nuestros visitantes y, por qué no, a nosotros mismos.
Los colores, además, tienen un efecto psicológico particular y preciso. Ya sea nos inclinemos por los colores fríos, o por los cálidos o pasteles, cada cual provocará cierta sensación emocional y hasta corporal. Si bien se trata de algo que podemos cambiar fácilmente, es mejor elegir de primera mano y disfrutar por más tiempo del color elegido.
Hay varias cuestiones a tener en cuenta cuando elegimos un color. Los tonos claros reflejan la luz, mientras que los oscuros la absorben. El amarillo, por ejemplo, es un color alegre y sonoro, el azul transmite calma y el verde frescura y vitalidad. De todos modos y, obviamente, todo es cuestión de gustos personales.
¿Recorremos juntos estas propuestas de fachadas?
En esta fachada, no sólo se apostó a la energía y solidéz de los colores tierra sino que la superposición de volúmenes propone un diseño ecléctico y muy singular. Materiales como madera, cemento y piedra se combinan con equilibrio magistral junto al color elegido.
El blanco es el color por excelencia. La pureza. La limpieza. El “no color”. Es uno de los principales colores del estilo minimalista y despojado. El que destaca el orden estético, sin elementos ornamentales y con precisión en los detalles. Esta propuesta de fachada es un ejemplo de este estilo, un blanco casi total para lograr una muy buena primera impresión con una imagen fuerte, clara y con mucha identidad.
Un recibimiento lleno de vida, energía y frescura. El color verde y energético de las plantas es sin dudas el mejor verde. Una fachada con texturas, aroma, color y oxígeno.
Los jardines verticales se han convertido, de un tiempo a esta parte, en una tendencia cada vez más extendida, no sólo para espacios reducidos o de interior, sino también para lograr efectos estéticos singulares en cualquier espacio.
Un jardín vertical es una manera de “pintar” tu fachada de una manera ecológica y creativa. Movimiento, vida y verdor para una fresca bienvenida.
De todos los tonos de rosa, este pálido y clásico es el elegido de muchos antiguos palacetes argentinos habituales durante los siglos XVIII, XIX y principios del XX. La fachada de este estilo neoclásico es un ejemplo de aquellas construcciones argentinas, que con pompa y elegancia imitaban a los europeos.
Un color clásico, sobrio, elegante y distinguido.
Azul entre el verde de la naturaleza. Esta vivienda construida con un container marítimo en desuso y reciclado fue pintado íntegramente de azul quizás para remitir esas aguas con las que alguna vez tuvo un contacto más cercano.
En el presente se ubicó sobre una estructura de pilotes de hormigón y vive entre el verde y el marrón de una arboleda frondosa y acogedora.
Una fachada estilo industrial, moderna y de vanguardia. Los colores elegidos son el gris y el rojo que no sólo reciben a uno en el exterior sino que lo acompañarán por todo el recorrido interior de la vivienda. Una apuesta osada y original del estudio de profesionales Anda arquitectos. El fabuloso portón compone con su diseño una verdadera obra de arte al aire libre.
Al llegar, nos encontramos con un juego de volúmenes y líneas modernas y despejadas de color amarillo claro que transmite alegría y tranquilidad a la vez. Con techos planos pero coronada por un gran techo de chapa gris que no sólo contrasta y combina con el color principal de toda la casa, sino que aporta volumen y altura.
No es necesario embarcarse en una reforma grandiosa para modificar el aspecto de la entrada de casa. Con estas simples dos modificaciones que te propone esta foto es suficiente para un cambio radical. Cambiando el color de la puerta y los maceteros a sus costados se consigue una nueva fachada y una agradable sorpresa exterior. El negro profundo otorga sobriedad y elegancia.
Y para terminar, proponemos un recibimiento de película, sobre todo nocturno, con esta fachada de cristal que propone un juego de luces y colores sin igual.
De día, la pulcritud, luminosidad y simpleza del cristal transparente. De noche, la iluminación con los colores que te imagines: purpuras, azules, rojos, verdes. Una fachada cambiante, vibrante y colorida donde la elección del color varía según el humor de su dueño.
Se te quedaste con ganas de ver más fachadas increíbles, recorre este otro libro de ideas.
